01 Egipto
Con
el signo jeroglífico
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representaban los antiguos egipcios el concepto de belleza.
¿Pero
que era para ellos la belleza?
¿Tenía
acaso el mismo significado que para nosotros tiene actualmente?.
Rotundamente no.
La
belleza para los antiguos egipcios, era sinónimo de bueno, de
hermoso, de armonioso y sobre todo de perfecto.
Ellos,
que se consideraban una parte más del ciclo de la vida, no creían
ser superiores a las otras criaturas de la naturaleza, y
que como ellas, habían sido creados para formar una única parte con
el todo.
Según
cuenta la tradición, cuando el dios creador, hizo surgir del
caos la luz cegadora del sol e iluminó con sus rayos, los
cielos azules, poblándolos de aves y pájaros. Concibió el Nilo
dándole el don mágico de inundar la fértil tierra negra. Depositó
en ella las semillas que darían origen a las plantas y a los
árboles. Pobló la tierras de hermosos animales. Y que cuando
contempló su obra terminada, las lágrimas del dios resbalaron por
sus mejillas de satisfacción, al contemplar la belleza de todo
cuanto había creado. Estas, cayeron al suelo, y del barro, surgió
el hombre.
Desde
los comienzos de su historia tenemos constancia de la preocupación
del hombre egipcio por conservar lo más perfectamente y armonioso el
cuerpo que le había sido entregado. Esa excesiva y constante
evolución en las formas y en los procedimientos le llevó a
desarrollar un conocimiento de su cuerpo, de los medios y formas para
conservar a este, lo mejor posible. Por lo tanto, le llevó a
desarrollar un conocimiento exhaustivo de los animales,
plantas, y minerales que le proporcionasen un mayor y mejor
bienestar.
Tenemos
que aprender a ver la belleza egipcia. Cuando nos enfrentamos a un
relieve, a una estatua, a una pintura, tenemos que saber discernir lo
que estamos contemplando. No podemos pararnos y decir simplemente que
hermoso, que bonito. Cuando por ejemplo nos paramos a contemplar esta
hermosa pintura, tenemos que ir más allá de la pura belleza. En
primer lugar vemos que el conjunto desprende, armonía. La
combinación de los colores, la disposición de las joyas o la simple
indumentaria, no está dispuestas por azar. Tenemos también que
pensar, que cada uno de los legados que nos dejó el pueblo egipcio,
tenía por finalidad cumplir con una función mágica y religiosa.
Observemos
por ejemplo los maravillosos ojos de Tjepu. Cuando los hombres y las
mujeres del antiguo Egipto se maquillaban los ojos, no lo hacían
solamente para resaltar la belleza de los mismos, ni siquiera para
cumplir con un fin aséptico. Ya saben que el mesdemet o khol , el
contorno negro con el que resaltaban los ojos, y que lo
obtenían de la galena (sulfuro de plomo) o de la antimonita
(sulfuro de antimonio), lo empleaban para prevenir enfermedades
oculares, como repelente de moscas y para prevenir el reflejo del
sol. Pero además, cuando los egipcios se pintaban los ojos lo que
también estaban representando eran los ojos de Horus, es decir, un
amuleto con lo que invocaban la protección mágica de su persona.
HIGIENE:
El cuidado personal.
Aunque
el pueblo egipcio fue un pueblo tremendamente tradicionalista, no se
pudo sustraer de las modas, por lo que a cada periodo de la historia
de Egipto, le corresponde un gusto preferente por la estética de ese
período.
·
El Baño.
El
egipcio sabía que tener un cuerpo limpio era igual a saludable. ¿Y
hay algo más saludable que sentir el agua fresca reconfortando y
recorriendo la piel?
Dado
que el medio era hostil, el egipcio frente a lo cabría pensar era un
pueblo que se lavaba varias veces al día. No conocieron la bañera
como tal, pero sí los beneficiosos efectos de una buena ducha. En
las casas de las familias más acaudaladas, los sirvientes atendían
a sus señores en los cuartos de baño, pasando el agua a través de
una especie de cestillo produciendo un efecto de ducha.
Al
atardecer, después de un caluroso día no había nada más
tonificante que sumergirse en las frescas aguas del estanque que toda
buena casa tenía en la parte central de su jardín.
Pero
para la gente que carecía de estos lujos, se tenía que
contentar, a la hora de hacer su aseo personal, con introducirse en
una especie de balde o bañera, donde se iba vertiendo el agua con
otro recipiente poco a poco. Para lavarse manos y cara, disponían de
jofainas. Aunque el común denominador se bañaba en el Nilo, o en
canales.
Una
limpieza alternativa y que era empleado por las clases menos
privilegiadas, por los soldados en campaña, etc... era la de
utilizar friegas de arena para arrancar la suciedad.
·
La hidratación corporal.
Las
señoras de las clases privilegiadas, sabían que para mantener la
fiel suave y limpia de impurezas, no había nada mejor que los
beneficios de un buen peeling.
Una receta que recoge el papiro médico Ebers dice: 1 polvo de
alabastro, 1 de natrón rojo, 1 sal del Bajo Egipto, 1 de miel[1].
Se mezclaba todo, con la pasta obtenida se untaba el cuerpo, a la
cara, o las manos y después se retiraba con agua.
Después
de la limpieza corporal, el segundo objetivo era conseguir que la
piel no se resecase, manteniéndola, húmeda, suave y elástica. Para
ello, la utilización de ungüentos a partir de aceites tanto
animales como vegetales era primordial. Para este fin se emplearon
grasas de hipopótamos, cocodrilos, gatos o vegetales. También
conocieron los beneficios terapéuticos de un buen masaje corporal
con aceites y otros ungüentos.
·
El
desodorante.
Dada
que las altas temperaturas sometían a los cuerpos a una
transpiración excesiva, los beneficios de la ducha o limpieza diaria
duraba poco. Por eso inventaron el desodorante fabricado a partir de
trementina e incienso en polvo[2].
Otra receta, basado también en el mismo principio consistía en
incienso, alumbre y mirra[3]
que se aplicaba en diferentes partes del cuerpo.
·
Los
cuidados del rostro.
Mantener
un rostro joven ha sido y es la lucha del hombre y la mujer desde la
antigüedad.
Para
conservarse hermosas, se sabe que la mujer egipcia no se exponía al
sol, permaneciendo en el interior de la frescura del hogar. Las
campesinas sólo salían a trabajar en los campos en época de
recogida de cosecha.
Pero
cuando los años pasan y la frescura de la juventud se pierde, y a
pesar de que la arruga es bella, las antiguas egipcias, combatieron –
como nosotras – a la pata de gallo a muerte.
Al
alcance de todo el mundo estaban las semillas de alholva (fenugreek)
que era una planta que se utilizaba como forraje. El aceite obtenido
de la misma estaba recomendado para la arruga y también para las
pecas.
Otra
receta que garantizaba la total desaparición de las arrugas de la
cara, consistía en mezclar resina de terebínto, cera de abeja,
behen fresco, aceite de alholva e hierbas de chipre. Se trituraba
todo y se dejaba macerar. Después, una aplicación diaria era
suficiente para que obrara el milagro.
Si
quieren les repito la receta, pero una nota a pie de página de donde
he sacado la receta, dice que no se ha podio comprobar su eficacia
pues alguno de los ingredientes no ha podido ser identificado con
toda seguridad.
La
higiene bucal.
Dentro
del aseo matinal y también después cada comida, lo egipcios tenía
costumbre de realizar un aseo bucal. Este consistía en enjuagues
bucales a partir de nitrita o natrón disuelto en agua. Pero si lo
que tenían era un problema de halitosis, entonces tomaban una
pastillas de kifi
que se realizaban a partir de semillas de alholva molidas, mezcladas
con incienso, mirra, bayas de enebro, resina de acacia, pasas y
miel[4].
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