Podría
pensarse que el maquillaje, sombra de ojos, tinte para el cabello y
demás aditamentos para la belleza son algo relativamente moderno.
Nada más alejado de la realidad. Ya en la edad Antigua se utilizaban
diferentes técnicas para mejorar el aspecto.
Veamos cómo se arreglaban
y maquillaban las matronas romanas, como un ejemplo de lo que
sucedía en aquellos días.
Como productos cosméticos
utilizaban tierras coloreadas para el maquillaje y las mascarillas de
belleza, un polvo negro —similar al kohl
egipcio— como pintura de ojos para realzar la mirada y tintes para
el cabello, como la henna
importada de Egipto o un tinte rojo a base de grasa de cabra y de
ceniza de haya que se producía en Germania, conocido como sapo.
También se usaban aceites
y ungüentos en el cuerpo y se perfumaban profusamente los vestidos
desde las primeras importaciones de sustancias perfumadas de Oriente.
Dada la extensión en el
tiempo del Imperio romano, diferentes fueron las modas y costumbres
en el peinado. Inicialmente los cabellos femeninos se arreglaban con
gran sencillez y con un uso limitado de perfumes. Tal es el caso del
peinado a lo Octavia
que constaba en un copete sobre la frente y una trenza recogida
en un moño en la nuca.
En la época flavia se puso
de moda añadir postizos al propio cabello, en forma de bucles
dispuestos en corona sobre la frente. Y múltiples era los peinados
con diferentes combinaciones de rizos y bucles.
En cuanto a los hombres,
que durante siglos habían llevado cabellos largos y barbas
descuidadas, adoptaron a partir del siglo III a.C. la moda griega de
los cabellos cortos y los rostros afeitados.
Al final de la época
republicana, el peinado masculino se volvió más laborioso. Los
cabellos cortos se empezaron a peinarse con el calmistro, un hierro
que se calentaba en las brasas que servía para rizar y hacer bucles.
En el siglo II d.C. se
produjo un cambio de tendencia cuando el emperador Adriano adoptó
de nuevo la barba. También se popularizó teñirse el cabello de
rubio, hasta llegar a los excesos de Cómodo, que se espolvoreaba el
cabello con oro molido.
Nota sabionda: De
manera diferente a cómo se hace hoy en día, la extracción de las
esencias olorosas se conseguía mediante la maceración en sustancias
grasas, a las que se añadían los aditivos necesarios para retrasar
el proceso de evaporación.
Nota sabionda:
Desde comienzos de la
época imperial se extendió la costumbre de teñirse el pelo para
ocultar las canas (vigente aún hoy en día).
Las mujeres romanas
consideraban bello que las cejas estuvieran unidas sobre su nariz,
para conseguir tal efecto utilizan una mezcla de huevos de hormiga
machacados con moscas secas, también lo utilizaban como máscara de
pestañas. El vello del cuerpo lo llevaban rasurado totalmente,
Dominicano solo se acostaba con mujeres a las que previamente había
depilado en su totalidad. Había varios métodos para quitar el
vello. Por ejemplo, se utilizaba una especie de cata plasma llamada
dropax, compuesta de varias ceras resinosas; también se empleaban
las pinzas (forcipes aduncae), pero era un procedimiento muy
doloroso. Algunos hombres también se depilaban todo el cuerpo.
Popea (esposa de Nerón) en todos sus viajes se hacía seguir por un rebaño de trescientas burras, que cada mañana eran ordeñadas y así podía llenar su bañera de plata para su hidratante baño matutino. Ella inventó la mascarilla, que hacía con una mezcla de pasta y leche de burra denominada TECTORIUM, que aplicaba antes de acostarse y se la dejaba puesta durante toda la noche. Para las arrugas utilizaban una mascarilla compuesta de arroz y harina de haba. Las señoras que se perfumaban hacían llenaban la boca de sus esclavas de perfume y esta lo pulverizaba sobre su ama.
Las cremas, perfumes y ungüentos que se vendían en pequeños vasos de cerámica, pomos de cristal o pequeños recipientes de alabastro
.
El maquillaje para el rostro se mezclaba en pequeños platillos, utilizando a veces la lanolina de la lana de oveja sin desengrasar. La piel se llevaba blanca (como signo de apasionamiento) , utilizando para ello una mezcla a base de yeso, harina de habas, tiza y albayalde (carbonato clásico de plomo), al final los resultados que se obtenían eran los contrarios, ya que esta mezcla oscurecía el rostro, también con el fin del blanqueamiento ingerían gran cantidad de cominos. El carmín para los labios se obtenía del ocre procedente de un tipo de liquen denominado ficus, o bien de moluscos. El perfilador de ojos se conseguía a partir del hollín o de un polvo hecho de antimonio: este último también se utilizaba para engrosar las cejas para la sombra de ojos era imprescindible la ceniza, también utilizaban el khöl, maquillándolos en negro y azul. Las cejas se perfilaban sin alargarlas y se depilaban con pinzas y los labios y pómulos se coloreaban en tonos rojos vivos, para conseguir unos dientes blancos nada mejor que el vinagre.
El maquillaje para el rostro se mezclaba en pequeños platillos, utilizando a veces la lanolina de la lana de oveja sin desengrasar. La piel se llevaba blanca (como signo de apasionamiento) , utilizando para ello una mezcla a base de yeso, harina de habas, tiza y albayalde (carbonato clásico de plomo), al final los resultados que se obtenían eran los contrarios, ya que esta mezcla oscurecía el rostro, también con el fin del blanqueamiento ingerían gran cantidad de cominos. El carmín para los labios se obtenía del ocre procedente de un tipo de liquen denominado ficus, o bien de moluscos. El perfilador de ojos se conseguía a partir del hollín o de un polvo hecho de antimonio: este último también se utilizaba para engrosar las cejas para la sombra de ojos era imprescindible la ceniza, también utilizaban el khöl, maquillándolos en negro y azul. Las cejas se perfilaban sin alargarlas y se depilaban con pinzas y los labios y pómulos se coloreaban en tonos rojos vivos, para conseguir unos dientes blancos nada mejor que el vinagre.
Como dentífrico utilizaban
orines, y los más cotizados eran los de Hispania, se envasaban en
ánforas, se precintaban y se distribuían por el Imperio
Para depilar se utilizaba
una especie de cata plasma llamada dropax, compuesta de varias ceras
resinosas; también se empleaban las pinzas (forcipes aduncae), pero
era un procedimiento muy doloroso. Algunos hombres se depilaban todo
el cuerpo.
El espejo era una necesidad básica. Se hacían de láminas de metal muy bruñidas y a menudo tenían el reverso profusamente decorado.
El espejo era una necesidad básica. Se hacían de láminas de metal muy bruñidas y a menudo tenían el reverso profusamente decorado.
Para depilar se utilizaba
una especie de cata plasma llamada dropax, compuesta de varias ceras
resinosas; también se empleaban las pinzas (forcipes aduncae), pero
era un procedimiento muy doloroso. Algunos hombres se depilaban todo
el cuerpo.
Utilizaban mascarillas de belleza:
Utilizaban mascarillas de belleza:
Contra las manchas, añadían
hinojo a la mirra perfumada (cinco escrúpulos de hinojo por nueve de
mirra) y un puñado de pétalos secos de rosa, e incienso macho junto
con sal gema. Se vierte encima jugo de cebada: que el incienso y la
sal pesen tanto como las rosas.
Contra las arrugas: “Hervir el astrágalo de una ternera blanca durante cuarenta días y cuarenta noches, hasta que se vuelva gelatina y después, se aplica con un paño”
Para alisar la piel, a base de nabo silvestre y harina de yero (planta leguminosa parecida a la lenteja), cebada trigo y altramuz.
Para aclarar la piel d la cara: con raíces de melón secado al aire, hervidas en agua y machacadas, y aplicadas como una cataplasma.
Contra las arrugas: “Hervir el astrágalo de una ternera blanca durante cuarenta días y cuarenta noches, hasta que se vuelva gelatina y después, se aplica con un paño”
Para alisar la piel, a base de nabo silvestre y harina de yero (planta leguminosa parecida a la lenteja), cebada trigo y altramuz.
Para aclarar la piel d la cara: con raíces de melón secado al aire, hervidas en agua y machacadas, y aplicadas como una cataplasma.
Para perfumar a su señora,
una esclava se llenaba de perfume la boca y lo pulverizaba sobre su
ama.
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