lunes, 9 de julio de 2012

02.02 EL MAQUILLAJE

Podría pensarse que el maquillaje, sombra de ojos, tinte para el cabello y demás aditamentos para la belleza son algo relativamente moderno. Nada más alejado de la realidad. Ya en la edad Antigua se utilizaban diferentes técnicas para mejorar el aspecto.
Veamos cómo se arreglaban y maquillaban las matronas romanas, como un ejemplo de lo que sucedía en aquellos días.
Como productos cosméticos utilizaban tierras coloreadas para el maquillaje y las mascarillas de belleza, un polvo negro —similar al kohl egipcio— como pintura de ojos para realzar la mirada y tintes para el cabello, como la henna importada de Egipto o un tinte rojo a base de grasa de cabra y de ceniza de haya que se producía en Germania, conocido como sapo.
También se usaban aceites y ungüentos en el cuerpo y se perfumaban profusamente los vestidos desde las primeras importaciones de sustancias perfumadas de Oriente.
Dada la extensión en el tiempo del Imperio romano, diferentes fueron las modas y costumbres en el peinado. Inicialmente los cabellos femeninos se arreglaban con gran sencillez y con un uso limitado de perfumes. Tal es el caso del peinado a lo Octavia que constaba en un copete sobre la frente y una trenza recogida en un moño en la nuca.
En la época flavia se puso de moda añadir postizos al propio cabello, en forma de bucles dispuestos en corona sobre la frente. Y múltiples era los peinados con diferentes combinaciones de rizos y bucles.
En cuanto a los hombres, que durante siglos habían llevado cabellos largos y barbas descuidadas, adoptaron a partir del siglo III a.C. la moda griega de los cabellos cortos y los rostros afeitados.
Al final de la época republicana, el peinado masculino se volvió más laborioso. Los cabellos cortos se empezaron a peinarse con el calmistro, un hierro que se calentaba en las brasas que servía para rizar y hacer bucles.
En el siglo II d.C. se produjo un cambio de tendencia cuando el emperador Adriano adoptó de nuevo la barba. También se popularizó teñirse el cabello de rubio, hasta llegar a los excesos de Cómodo, que se espolvoreaba el cabello con oro molido.

Nota sabionda: De manera diferente a cómo se hace hoy en día, la extracción de las esencias olorosas se conseguía mediante la maceración en sustancias grasas, a las que se añadían los aditivos necesarios para retrasar el proceso de evaporación.
Nota sabionda: Desde comienzos de la época imperial se extendió la costumbre de teñirse el pelo para ocultar las canas (vigente aún hoy en día).
Las mujeres romanas consideraban bello que las cejas estuvieran unidas sobre su nariz, para conseguir tal efecto utilizan una mezcla de huevos de hormiga machacados con moscas secas, también lo utilizaban como máscara de pestañas. El vello del cuerpo lo llevaban rasurado totalmente, Dominicano solo se acostaba con mujeres a las que previamente había depilado en su totalidad. Había varios métodos para quitar el vello. Por ejemplo, se utilizaba una especie de cata plasma llamada dropax, compuesta de varias ceras resinosas; también se empleaban las pinzas (forcipes aduncae), pero era un procedimiento muy doloroso. Algunos hombres también se depilaban todo el cuerpo.

Popea (esposa de Nerón) en todos sus viajes se hacía seguir por un rebaño de trescientas burras, que cada mañana eran ordeñadas y así podía llenar su bañera de plata para su hidratante baño matutino. Ella inventó la mascarilla, que hacía con una mezcla de pasta y leche de burra denominada TECTORIUM, que aplicaba antes de acostarse y se la dejaba puesta durante toda la noche. Para las arrugas utilizaban una mascarilla compuesta de arroz y harina de haba. Las señoras que se perfumaban hacían llenaban la boca de sus esclavas de perfume y esta lo pulverizaba sobre su ama.

Las cremas, perfumes y ungüentos que se vendían en pequeños vasos de cerámica, pomos de cristal o pequeños recipientes de alabastro
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El maquillaje para el rostro se mezclaba en pequeños platillos, utilizando a veces la lanolina de la lana de oveja sin desengrasar. La piel se llevaba blanca (como signo de apasionamiento) , utilizando para ello una mezcla a base de yeso, harina de habas, tiza y albayalde (carbonato clásico de plomo), al final los resultados que se obtenían eran los contrarios, ya que esta mezcla oscurecía el rostro, también con el fin del blanqueamiento ingerían gran cantidad de cominos. El carmín para los labios se obtenía del ocre procedente de un tipo de liquen denominado ficus, o bien de moluscos. El perfilador de ojos se conseguía a partir del hollín o de un polvo hecho de antimonio: este último también se utilizaba para engrosar las cejas para
la sombra de ojos era imprescindible la ceniza, también utilizaban el khöl, maquillándolos en negro y azul. Las cejas se perfilaban sin alargarlas y se depilaban con pinzas y los labios y pómulos se coloreaban en tonos rojos vivos, para conseguir unos dientes blancos nada mejor que el vinagre.
Como dentífrico utilizaban orines, y los más cotizados eran los de Hispania, se envasaban en ánforas, se precintaban y se distribuían por el Imperio
Para depilar se utilizaba una especie de cata plasma llamada dropax, compuesta de varias ceras resinosas; también se empleaban las pinzas (forcipes aduncae), pero era un procedimiento muy doloroso. Algunos hombres se depilaban todo el cuerpo.
El espejo era una necesidad básica. Se hacían de láminas de metal muy bruñidas y a menudo tenían el reverso profusamente decorado.
Para depilar se utilizaba una especie de cata plasma llamada dropax, compuesta de varias ceras resinosas; también se empleaban las pinzas (forcipes aduncae), pero era un procedimiento muy doloroso. Algunos hombres se depilaban todo el cuerpo.
Utilizaban mascarillas de belleza:
Contra las manchas, añadían hinojo a la mirra perfumada (cinco escrúpulos de hinojo por nueve de mirra) y un puñado de pétalos secos de rosa, e incienso macho junto con sal gema. Se vierte encima jugo de cebada: que el incienso y la sal pesen tanto como las rosas.
Contra las arrugas: “Hervir el astrágalo de una ternera blanca durante cuarenta días y cuarenta noches, hasta que se vuelva gelatina y después, se aplica con un paño”
Para alisar la piel, a base de nabo silvestre y harina de yero (planta leguminosa parecida a la lenteja), cebada trigo y altramuz.
Para aclarar la piel d la cara: con raíces de melón secado al aire, hervidas en agua y machacadas, y aplicadas como una cataplasma.
Para perfumar a su señora, una esclava se llenaba de perfume la boca y lo pulverizaba sobre su ama.



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