París
en el siglo XVII es el corazón de Europa. Francia impulsa y
populariza el arte de la peluquería.
Gran
monumentalidad en el peinado, las damas tienen que arrodillarse
para entrar en las carrozas. Se mezclan con el cabello gasas,
joyas, plumas, flores, frutas... hasta maquetas de castillos y
barcos. Los cabellos blancos en la Francia cortesana hacen furor,
hombres y mujeres empolvan su cabello natural y sus pomposas
pelucas.
Son
verdaderos artistas en la confección de pelucas. Para rizar el
cabello de las mismas lo enrollan en palos cilíndricos que luego
sometían al calor en hornos de panadería. En esta técnica se
basará siglos más tarde la permanente en caliente.
El polvo
blanco con el que coloreaban el cabello es una mezcla de talco y
almidón.
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