martes, 10 de julio de 2012

06 Siglo XVIII

Según el calendario gregoriano vigente, el siglo XVIII comprende los años 1701-1800, ambos incluidos, de la era común. En la historia occidental, el siglo XVIII también es llamado Siglo de las Luces, debido a que durante el mismo surgió el movimiento intelectual conocido como Ilustración. En ese marco, el siglo XVIII es fundamental para comprender el mundo moderno, pues muchos de los acontecimientos políticos, sociales, económicos, culturales e intelectuales del siglo han extendido su influencia hasta la actualidad.
De hecho, para la historia occidental, es el último de los siglos de la Edad Moderna, y el primero de la Edad Contemporánea, tomándose convencionalmente como momento de división entre ambas los años 1705 (Máquina de vapor), 1751 (L'Encyclopédie), 1776 (Independencia de Estados Unidos), o más comúnmente el 1789 (Revolución francesa).
Tras el caos político y militar vivido en el siglo XVII, el siglo XVIII, no carente de conflictos, verá un notable desarrollo en las artes y las ciencias europeas de la mano de la Ilustración, un movimiento cultural caracterizado por la reafirmación del poder de la razón humana frente a la fe y la superstición. Las antiguas estructuras sociales, basadas en el feudalismo y el vasallaje, serán cuestionadas y acabarán por colapsar, al tiempo que, sobre todo en Inglaterra, se inicia la Revolución industrial y el despegue económico de Europa. Durante dicho siglo, la civilización europea occidental afianzará su predominio en el mundo, y extenderá su influencia por todo el orbe.
Se caracterizan por el equilibrio europeo entre las potencias continentales (Austria, Prusia, Rusia, Francia y España) y el inicio, a finales de siglo, de la hegemonía marítima de Inglaterra. Persiste la importancia de otras potencias intermedias gracias a sus imperios coloniales (Portugal y Holanda). El Imperio chino y Japón continúan ajenos a la expansión europea, mientras que India comienza a ser repartida colonialmente. En América surge paulatinamente una conciencia de identidad e intereses alternativos a los de las metrópolis entre los colonos blancos (criollos) que producirá desde finales de siglo a movimientos independentistas y posteriormente a la independencia americana. Simultáneamente se reactiva la exploración y colonización de algunos territorios, como la costa noroccidental del Océano Pacífico (de California a Alaska), en una carrera de exploraciones entre España, Inglaterra y Rusia. Algunos grupos indígenas se extinguen (como el pericú, en la península de Baja California). El Pacífico central y meridional es objeto de las exploraciones de James Cook o Alejandro Malaspina, y comienza la colonización inglesa de Australia.
  • Guerra de Sucesión española (1700-1714): Francia se enfrenta a una coalición europea encabezada por Austria e Inglaterra, para resolver la sucesión Borbón o Habsburgo a Carlos II de España el Hechizado, muerto sin descendencia en 1700. Aunque el conflicto armado es ganado por los Habsburgo, su pretendiente, el Archiduque Carlos, se ve forzado a renunciar al trono de España al heredar el trono de Austria y del Sacro Imperio. Así, por los tratados de Utrecht y Rastadt Felipe V de Borbón obtiene el trono de España, con las colonias americanas; Prusia el estatus de reino; Austria, los territorios españoles en Flandes e Italia; Inglaterra, Gibraltar, Menorca y privilegios comerciales en América (se asienta como gran potencia). Entre Francia y España comienzan a funcionar los Pactos de Familia.
  • Gran Guerra del Norte (1700-1721): es una serie de conflictos por la supremacía en el mar Báltico, en el que se enfrentan principalmente Suecia y Rusia. El conflicto es famoso por ser una suerte de epopeya del Rey de Suecia Carlos XII, visto como un Alejandro renacido. Hasta el momento, el Imperio Sueco había controlado buena parte de los territorios del mar Báltico, pero desde la llegada al trono del zar Pedro I, Rusia comienza a presionar e invadir territorios suecos (Livonia, Estonia, Finlandia,...), aprovechando que el rey Carlos XII había decidido invadir Polonia. Tras hacerse con el control del país, Carlos XII ataca en respuesta a Rusia. En un primer momento sale victorioso, pero es derrotado decisivamente en Poltava (1709). Aislado de la costa, se ve forzado a retirarse hacia el suroeste (Ucrania,...), y entra en territorio Otomano. El Imperio otomano lo ayuda militarmente, pero Carlos XII se ve forzado a regresar apresuradamente, y de incógnito, a Suecia, pues los nobles planeaban destronarlo. Aunque no lo logran, el conflicto continúa con múltiples ramificaciones en Alemania (entre suecos y sajones), en Noruega, en el sur de Suecia (daneses contra suecos), en Finlandia (rusos contra suecos),... Suecia, agotada por el conflicto, capitula en 1721, y cede a Rusia Livonia y Estonia, entre otros. Suecia pierde su relevancia como potencia europea en el báltico, y cede el testigo a Rusia, que emerge entonces como superpotencia. Comienza la decadencia de Polonia.
  • Guerra de sucesión de Polonia (1733-1735), con el descrédito de la débil monarquía electiva de Polonia, a la muerte de Augusto II de Polonia (también elector de Sajonia), las potencias europeas proponen varios candidatos al trono. El candidato francés, Estanislao I Leszczynski (cuñado del rey Luis XV, y que ya había sido Rey de Polonia, aunque había sido derrocado), se presenta en oposición del de las potencias alemanas, el elector de Sajonia e hijo de Augusto II, Augusto III de Polonia. La escalada de conflictos entre boyardos polacos conduce a una guerra civil polaca, en la que además continúan los enfrentamientos entre Borbones y Habsburgos, esta vez por el dominio de Italia. Polonia pierde toda su influencia, y se sientan las bases para el posterior reparto del país entre Austria, Prusia y Rusia.
  • Guerra de sucesión austriaca (1740-1748): Se trata de una guerra de gran complejidad. El conflicto comienza en realidad en 1739, con la Guerra de la oreja de Jenkins (1739-1741), cuando Inglaterra decide invadir las colonias caribeñas de España. Para ello, fleta la mayor armada conocida hasta el desembarco de Normandía, y decide atacar Cartagena de Indias, donde España le infringe una humillante derrota al enfrentarse unos 3000 defensores a 25000 invasores de la armada inglesa. Jorge II se convierte en el hazmerreir de Europa, y el gobierno inglés, encabezado por el primer ministro Robert Walpole, no tarda en caer (1740); con él se derrumba la alianza entre Austria e Inglaterra y Hanover (posesión personal del Rey Jorge II), que había sido propuganada por Walpole en contra de los deseos del país, que no veía con buenos ojos una alianza con una potencia católica. Sin embargo, tal y como sabía Walpole, esta alianza era de vital importancia para el equilibrio de poder europea, pues refrenaba los deseos expansionistas de Prusia en centroeuropa, deseos que iban en contra de los intereses de Austria. Así, en 1740, a la muerte del emperador austríaco Carlos VI sin descendencia masculina, su hija María Teresa pretende hacer valer sus derechos al trono en virtud de la Pramática Sanción promulgada por su padre en 1713, que Jorge II decía respaldar. Sin embargo, Prusia deseosa de acabar con el podería de la Casa de Habsburgo, decide invadir la Silesia aprovechando el fin de la alianza anglo-austríaca y la confusión reinante en Austria. Los electorados de Baviera, Brandemburgo (posesión de Prusia) y Sajonia, deseosos de sacar provecho de la situación, y aduciendo que no reconocen a María Teresa como legítima heredera al trono de su padre, no tardan en sumarse al conflicto apoyando a Prusia, y los reinos borbones de Francia, España y Cerdeña se suman a la guerra pensando en debilitar a la Casa de Austria. Ante semejante ataque, Gran Bretaña teme la rotura del equilibrio de poder en Europa, y decide al fin volver a aliarse con Austria, que también será apoyada por las Provincias Unidas y el electorado de Hanóver, a la sazón posesión personal de Jorge II de Inglaterra. El conflicto termina en tablas, con María Teresa I en el trono austríaco, (que se separa del del Sacro Imperio), aunque Austria debe renunciar a la Silesia a favor de Prusia, que se confirma como potencia en centroeuropa. El Sacro Imperio, que se había enfrentado intestinamente por enésima vez, pasa a ser visto como algo meramente ceremonial. España logra reafirmarse como potencia atlántica frente a las pretensiones inglesas. El resto de potencias sólo obtiene compensaciones económicas.
  • Guerra de los siete años (1756-1763). El conflicto tiene sus raíces en el equilibrio surgido del conflicto anterior. Básicamente, Francia y Austria, temerosas de una Prusia cada vez más poderosa, se enfrentran contra Inglaterra y Prusia. Sin embargo, la guerra adquiere una dimensión colonial, pues se inicia en Norteamérica al entrar en conflicto las colonias francesas del Quebéc francés con las colonias inglesas del Canadá superior y las Trece Colonias; ambas potencias emplearán a nativos americanos en contra unos de otros. Al tiempo, Prusia y Austria entran en guerra (Austria ataca a Prusia para recuperar la Silesia), y Francia, temerosa de una Prusia cada vez más fuerte, se alía con Austria en su contra. Inglaterra, aunque no tenía gran interés en el conflicto europeo, ve a Prusia como un aliado natural (es un país protestante, enemigo de Francia), y la apoya. Francia centra su lucha en Europa, y desatiende la guerra colonial, que se extiende a sus colonias en la India, atacadas por Inglaterra. En las colonias, Inglaterra vence a Francia, obteniendo la mayor parte de las colonias francesas en América (salvo la Luisiana, que había quedado prácticamente al margen del conflicto, y Francia se la cede a España para evitar que caiga en manos inglesas) y la India (comenzando así la conquista inglesa del subcontinente), y se convierte en superpotencia. Francia deja de ser una potencia colonial. El conflicto europea acaba en tablas, con Austria cada vez más alejada de Alemania y sin recuperar la Silesia. Prusia afianza su predominio en centroeuropa.
  • Guerra de la Independencia de los Estados Unidos (1775-1783): las Trece Colonias (colonias americanas costeras de Inglaterra en el Atlántico norte), ante su negativa a pagar impuestos a Inglaterra por su propia defensa durante el conflicto de la guerra de los siete años, se declaran en rebeldía. Inglaterra envía tropas para acabar con la rebelión, y comienza un conflicto armado en el que los rebeldes son ayudados económica y militarmente por Francia, España y los Países Bajos. En 1776, proclaman su independencia de Inglaterra. La ayuda de las potencias extranjeras, sobre todo de Francia, consigue ir derrotando a las tropas inglesas. El conflicto termina cuando en 1783 el Parlamento inglés, presionado por una opinión pública poco favorable al conflicto y deseosa de acabar con un conflicto que la estaba humillando, decide ceder a las exigencias de los secesionistas, y reconoce la Independencia.
  • Revolución francesa (1789): ante el descontento popular, con un Rey débil y una corte corrupta, ineficaz y ajena a los problemas del pueblo, Francia se rebela contra su Rey y lo toma preso. Se colapsa la sociedad del Antiguo Régimen, y en una escalada de rebeldías, se ejecuta a Luis XVI. Las monarquías europeas, temerosas de que el conflicto se extienda, declaran la guerra a Francia en la llamada Guerra de la Convención, que desde finales de siglo enlaza con las Guerras napoleónicas.

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